Había leído las anteriores novelas de Reyes Calderón-“Los crímenes del número primo”, “El último
paciente del doctor Wilson”, “La venganza del asesino par” y “El jurado número 10”-y todas ellas me
habían gustado, por lo que decidí darle una oportunidad también a esta
historia.
La trama no tiene nada que ver con las de los títulos
mencionados: plantea si realmente existen el cielo y el infierno. El astrofísico
Lalo Múgica informa a una de sus vecinas de que ha encontrado las claves para
abrir la puerta del cielo. Por otro lado, Gerardo Vilela, profesor de instituto,
gana una beca que le lleva de Lugo a Madrid.
Cuando las vecinas del número 12 le realquilan la antigua
casa de Múgica, él se siente feliz. Pero el ático guarda un acta firmada por
Pilatos que narra otra desaparición ocurrida en Judea el año de la muerte de
Jesucristo. Ambas desapariciones parecen estar relacionadas. Con la ayuda de un
exorcista vasco y de su secretaria, Gerardo decide seguir el rastro.
Gerardo contempla aterrorizado varios fenómenos extraños en
el piso, relacionados con el diario de una estudiante americana, amiga de Múgica.
Si quiere vivir en paz, deberá desentrañar el misterio de las desapariciones y
averiguar qué hay de cierto en el descubrimiento de Múgica.
La novela se lee con facilidad, pero el tema de los
fenómenos paranormales, y la aparición de un misterioso médium con poderes le
restan verosimilitud al relato. Quiero decir que en un primer momento parece
una historia de intriga, pero a medida que avanza el relato se va convirtiendo
en una historia fantástica, y el desenlace tampoco me ha sorprendido demasiado.
Prefiero las novelas policíacas de la autora a la que, por cierto, seguiré
leyendo a pesar de que este libro no me ha gustado especialmente.
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