En abril de 1655, la esclava y curandera Josefina es testigo
de cómo la ciudad colonial de Santo Domingo rebosa de bullicio y alegría, al
contrario que el ambiente que se respira en la habitación en penumbra de
Catalina de Montemayor y Oquendo. Pero ¿qué sabrá la criada de esta joven que
vive en silencio, sumida en sus recuerdos, desde que llegó a la isla de La Española ? ¿Qué historia
guarda para sí?
Así comienza “Mar
abierta” (Grijalbo), la cuarta novela de María Gudín, que se publica el
próximo mes de junio. Una historia que arrancó en Sevilla, en 1638, cuando
Catalina, entonces una niña, y su madre Isabel de Oquendo, hija y nieta de
almirantes vascos, se embarcaron en un galeón para reunirse en el Nuevo Mundo
con un padre y un marido al que no veían desde hacía años. El destino quiso que
terminasen en Londres, retenidas a la fuerza.
Catalina fue acogida en Oak Park, la Casa del Roble, propiedad de
los Leigh, donde encontró al mejor compañero de juegos: Piers, el hijo menor de
la familia. Juntos habían buscado a los fantasmas que, se decía, recorrían la
mansión las noches de luna llena. Juntos se habían escapado a la cercana
ensenada, desde la que se divisaba una mar indomable, por la que ambos soñaban navegar
algún día. Y juntos habían crecido, hasta que una guerra fratricida los separó.
María Gudín se dio a
conocer gracias a su primera novela, “La
reina sin nombre” (2006), ambientada en la España goda del siglo VI, a
la que siguieron “Hijos de un rey godo”
(2009) y “El astro nocturno” (2011).
Desde entonces ha estado inmersa en la escritura de este nuevo libro, en el que
nos traslada a la
Inglaterra de Carlos I Estuardo, a una guerra cruel que
dividió al país, y también al Caribe infestado de bucaneros y corsarios.
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