Tras haber sido acusado de asesinar al cacique que había
violado a su mujer, a Carlos lo dieron por ahogado en una playa de la isla de
Tenerife. En realidad, una vez muerto el cacique, Carlos había huido a París,
donde adquirió una nueva identidad con el nombre de Ángel y donde conoció a
Erica, con quien formó una nueva familia y se instalaron en Berna.
A pesar de ello siguió viviendo el peso o el orgullo de la
culpa y su obsesivo deseo de escapada hacia donde fuera. El día que recibió una
carta dirigida a su verdadero nombre, todo el pasado que hubiera querido
olvidar regresó a su vida y le llevó a tomar una trágica decisión.
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