“El cuento de la criada” (Salamandra) fue escrita en la década de
los años, pero podría estar ambientada en el momento actual. Amparándose en la
coartada del terrorismo islámico, unos políticos teócratas se hacen con el
poder y, como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de
las mujeres.
En la
República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para
procrear, tal como imponen las normas establecidas por la dictadura puritana
que domina el país. Si Defred se rebela —o si no es capaz de concebir— le
espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que
sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos.
Así, el régimen controla hasta los más ínfimos detalles de
la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad
sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el
supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una
persona.
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