“Las montañas azules”
(Bóveda) podría catalogarse como una landscape novel, aunque cuenta con la
particularidad de que su autora inspira la trama en varios relatos recogidos
por su abuela cuando trabajaba en varios hoteles de Sídney en los años 20.
En 1926, Flora, Tony y Sweetie, conmocionados, discuten
alrededor de ‘un cuerpo’ sobre qué deben hacer con él. Tony sugiere que deben
deshacerse del cadáver junto a las cataratas y que parezca un accidente, ya que
si ‘el viejo’ descubre qué ha pasado, Flora no recibirá un centavo. A ella no
le importa el dinero y solo puede llorar compadeciendo a una tal Violet,
mientras Tony y Sweetie se llevan el cuerpo. Más tarde sabremos que la persona
a la que se están llevando es el hermano de Flora, Sam.
Avanzamos hasta 2014 y conocemos a Lauren, que trabaja en
una cafetería de Evergreen Falls. Durante uno de sus turnos, encuentra una
llave que se ha dejado uno de sus clientes, Tomas Lindegaard, un arquitecto
danés. La llave la conduce hasta el ala oeste, actualmente abandonada, del
hotel donde se encuentra la cafetería en la que ella trabaja. Allí, encuentra
una serie de cartas de amor escondidas en un gramófono todas firmadas con las
iniciales SHB y datadas en 1926. Se deja llevar por la excitación de
desentrañar el misterio.
Sin casi experiencia alguna en el amor, empieza torpemente
una relación con Tomas, aunque la primera cita es un completo desastre. El
inicio de la relación se ve interrumpido cuando Tomas debe marchar de regreso a
Dinamarca, pues su ex-esposa ha tenido un grave accidente.
Kimberley Freeman es una escritora de ficción contemporánea con un target mayoritariamente femenino, aunque también escribe ficción para jóvenes adultos o terror bajo su verdadero nombre, Kim Wilkins.
Kimberley Freeman es una escritora de ficción contemporánea con un target mayoritariamente femenino, aunque también escribe ficción para jóvenes adultos o terror bajo su verdadero nombre, Kim Wilkins.
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