Al igual que su anterior novela, “Un árbol crece en Brooklyn”, este segundo trabajo también tiene
tintes autobiográficos. En “Mañana puede
ser un gran día”, nos situamos de nuevo en Brooklyn, pero en los años
veinte.
La chiquilla que conocimos en la primera novela de la autora,
es ahora una joven mujer llamada Margie, decidida a escapar de la pobreza y
mediocridad que la rodean, donde los días transcurren entre las horas de
oficina, las quejas de una madre dominante y los gestos tímidos de un padre
derrotado por la falta de ambición y cariño.
Margie sueña con todo ello, pero finalmente las viejas
costumbres se imponen: solo el matrimonio y el gobierno de una casa propia
podían ofrecer a una mujer de aquellos tiempos cierto margen de libertad. Por
ello, se casa con Frankie Malone, un hombre que tiene poco que contar y mucho
que esconder.
Betty Smith, cuyo verdadero nombre era Sophina Elisabeth
Werner, nació en 1896 en el barrio neoyorquino donde transcurren sus novelas,
hija de una familia humilde de inmigrantes alemanes. Obligada a interrumpir los
estudios para ayudar económicamente en casa, desde los catorce años se empeñó
en todo tipo de trabajos, pero su pasión por el estudio y la escritura no
menguaron.
El éxito de “Un árbol
crece en Brooklyn”, publicado en 1943, la convirtió en un personaje público
y la animó a seguir la carrera de novelista con otros tres textos narrativos, como
este que nos ocupa, publicado en 1948. Si su primera novela reflejaba en parte su
niñez y juventud, esta novela relata los problemas a los que tuvo que
enfrentarse en su vida conyugal. Tras casarse tres veces, murió sola en la
ciudad de Shelton a los setenta y cinco años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Lo has leído? ¡Comenta y da tu opinión!