Al igual que hiciera en otra de sus novelas, “Cartas a palacio”, el autor presenta
ahora una historia de ficción basada en un hecho real: la travesía del barco Príncipe de Asturias de Barcelona a
Buenos Aires durante la I Guerra
Mundial. “Tengo en mí todos los sueños
del mundo” (Plaza y Janés) sale a la venta en marzo.
Varios personajes desfilan por las páginas de esta historia.
Gabriela sueña con Enriq, pero acaba de casarse con Nicolau, un hombre al que
aún no conoce. Ni siquiera le han preguntado su opinión; entre su madre y el
párroco han orquestado el matrimonio. Giulio, por su parte, ha visto morir a
todos sus compañeros en el frente austrohúngaro y, si ha logrado sobrevivir, es
tan solo por la esperanza de regresar a su pueblo en la Toscana y abrazar de nuevo
a Francesca. Raquel, por el contrario, ha conocido a muchos hombres, pero jamás
ha estado enamorada. No es lo más conveniente para una artista de variedades
como ella.
La afilada pluma de Gaspar en el Heraldo de Madrid hace
temblar a los poderosos. Lo bueno de su viaje a Buenos Aires es que le alejará
de sus enemigos. La guerra ha dejado viuda a Sara que, harta de vivir el largo
invierno ucraniano sorteando el hambre y los pogromos, ha decidido creer en las
promesas de un atractivo judío llegado de Argentina. Para empezar una nueva
vida, solo tiene que dejar de creer a los agoreros que le advierten de que Max
no es trigo limpio. El capitán José Lotina, por último, es un auténtico lobo de
mar, y el encargado de llevar a bordo del Príncipe de Asturias todos los sueños
del mundo.
Esta novela recrea diversos hechos históricos, como las
vivencias de los desertores de la Primera Guerra Mundial, los matrimonios
concertados entre jóvenes españolas y antiguos emigrados, la persecución de los
judíos europeos o el tráfico ilegal de mujeres destinadas a vender sus cuerpos
en burdeles de Latinoamérica.
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