Este es uno de los títulos que, según el marketing
editorial, iba a convertirse en uno de los best sellers del verano. Y es
cierto, teniendo en cuenta que las ventas van bien, pero también hay que
admitir que las comparaciones son odiosas.
Digo lo de las comparaciones porque se ha equiparado esta primera novela de
Fiona Barton con “La chica del tren”
de Paula Hawkins, que supuso un bombazo el año pasado. Si bien es verdad que
ambos tienen puntos en común (ritmo ágil, intriga, giros en la trama, varios
puntos de vista que se alternan en el relato), las sensaciones al leer ambas
novelas difieren.
Al menos, es lo que me ha pasado a mí. “La chica del tren” se lee de un tirón, no puedes dejar de pasar las
páginas, al igual que ocurre con “La
viuda”, pero en el primero hay giros en el relato que te dejan sin
respiración, mientras que en el segundo, intuyes por dónde van a ir los tiros.
Sin embargo, he de decir que se agradece de vez en cuando
leer un libro de trama ligera, entretenido, fácil de leer, y que, a pesar de
las altas expectativas, te deja un buen sabor de boca. Como lectura de verano,
no tiene ninguna pega.
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