Este es el quinto caso del personaje creado por Jerónimo
Tristante, y sigue en la línea de las novelas anteriores (“El misterio de la casa Aranda”, “El caso de la viuda negra”, “El enigma
de la calle Calabria” y “La última
noche de Víctor Ros”), pero tiene el aliciente de que el detective debe
viajar a Londres para resolver un caso.
Unos ladrones intentan robar un banco en Madrid, pero sólo
es una maniobra de distracción. Al mismo tiempo, y en otro punto de la ciudad,
desaparece una gran parte del tesoro nacional en lingotes de oro. Cuando uno de
los atracadores del banco, antes de morir, musita el nombre de Aldanza, el
antiguo enemigo de Ros, el detective no da crédito, puesto que lo creía muerto.
Las pistas señalan la ciudad de Londres como posible destino
del sospechoso, y hacia allí se dirige el protagonista acompañado de su amigo
Blázquez. En la capital inglesa descubrirá que también Bárbara Miranda (hay que
leer el anterior título de la saga), quiere eliminarle.
Y otro aliciente que presenta esta historia es el siguiente:
Ros se encontrará en Londres con su admirado Sherlock Holmes. En este punto, el
autor ha querido rendir homenaje al mítico personaje creado por Arthur Conan
Doyle, y lo hace de manera creíble.
Por lo demás, la trama sigue la estela de las anteriores
novelas: intriga, ritmo ágil, giros inesperados, y las espectaculares dotes intuitivas
del detective. Otro elemento que dota de agilidad al relato es el hecho de que
el protagonista debe enfrentarse a dos adversarios a la vez, aunque bien es
cierto que esto podría confundir a quien lee por primera vez un caso de Víctor
Ros, es decir, que esta quinta entrega está más dirigida a los seguidores de la
serie.
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