Han pasado ya tres años desde la cena de Nochevieja en casa
de Amalia, escena que contemplamos en “Una
madre”, la primera novela de Alejandro Palomas. Ahora, retoma la historia
en “Un perro” (Destino).
Desde aquella cena, la vida de Amalia y la de sus hijos ha
sido una montaña rusa de emociones, alegrías y pérdidas. Esta tarde han vuelto
a reunirse en su casa para merendar con una invitada muy especial que ha podido
conocer por primera vez a la familia al completo y a una Amalia que ha
desplegado sus mejores y peores habilidades, lo que en definitiva la hace ser a
la vez la entrañable y desquiciante madre de esta particular familia.
El libro arranca con su hijo Fer sentado en la cafetería que
hay junto a la casa de su madre, y con la repentina aparición de Amalia, que
acaba de sacar a pasear a su perrita Shirley una vez terminada la merienda. Y
Fer, que por no preocuparla decide mentir y no explicarle por qué está ahí
solo, sin R, su perro. Pero Amalia se da cuenta de todo y acompañará a Fer en
su silencio hasta que decida contárselo todo. Con la noticia llegarán también
sus hermanas. Y aquí es donde se retoma, el encuentro familiar.
La larga espera que viven todos los miembros de la familia
sin saber de R abre fisuras familiares mal remendadas durante los últimos años.
La vida supuestamente tranquila de los cuatro queda al descubierto y se ponen
de manifiesto temas que hasta entonces no se habían tocado: cuentas pendientes,
malas respuestas, buenos recuerdos, situaciones cómicas y mucho cariño.
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