Le siguen siete relatos protagonizados por los más variopintos protagonistas: un adolescente enamorado que descubre que el universo se comunica con él a través de unos talismanes abandonados en un nido de gaviotas; una comunidad de mujeres que se transforman en gusanos de seda humanos para tejer hilos extraídos de sus propias entrañas; o una masajista que descubre su poder sanador manipulando los tatuajes en el torso de un veterano de guerra, entre otros.
La autora también ambienta dos relatos en situaciones reales.
Uno de ellos se basa en el desastroso intento de una familia de colonos por
hacerse con la propiedad de unas tierras en el Oeste: el monstruo es el ansia
humana de posesión, y la víctima lo más preciado de la vida. En el otro, una
pandilla de chicos encuentra un espantapájaros mutilado que guarda un
inquietante parecido con el compañero de clase desaparecido al que solían acosar.
Así, lo que podría haber sido una historia común sobre acoso escolar se
convierte en una siniestra historia de culpa y expiación.
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