Este libro de Manel Loureiro me lo prestaron, y ya me advirtieron que estaba bien para pasar el rato, es decir, que era entretenido, pero poco más. Y no se equivocaron.
No sabía muy bien de qué iba la historia. Se trata de un barco que es encontrado a la deriva en 1939, justo antes del comienzo de la II Guerra Mundial. Otro barco lo encuentra, pero no hay nadie a bordo, excepto un bebé.
Muchos años más tarde, un multimillonario se empeña en reflotarlo, y para ello emprende una exhaustiva restauración con el objetivo de dejarlo tal y como estaba, y emprender el mismo viaje que el Valkiria realizó en su día. Pero un sinfín de fenómenos extraños entorpecen esta misión, y sobre todo, el viaje.
Una periodista, y el resto de la tripulación, formada por geólogos, físicos y personal de seguridad, empiezan a experimentar sensaciones fuera de lo normal, visiones, y uno a uno, fallecen.
No voy a contar más, sólo os voy a decir que la historia es un poco rocambolesca, que da la impresión de que se han ido añadiendo ingredientes (magia negra, nazismo, asesinatos, fenómenos inexplicables…) que van enredando la trama, y eso hace que la lectura sea amena y que el lector quiera seguir pasando las páginas para saber qué ocurre a continuación. Pero eso es todo.
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