Antes que nada, debo reconocer que me costó retomar el hilo de la historia de Kvothe, el protagonista, quizá porque hacía casi dos años que leí la primera parte de la trilogía, “El nombre del viento”.
Puede que esto haya hecho que la historia me resulte excesivamente larga (no en vano son casi 1.200 páginas, aunque eso tampoco significa nada). Pero a diferencia de la primera parte, en la que vas descubriendo el maravilloso mundo que ha creado Patrick Rothfuss y necesitas saber qué es lo próximo que le ocurre al protagonista, en este libro ha habido pasajes que me han resultado soporíferos y que considero que el autor podría haber resumido.
Por ejemplo, la estancia de Kvothe con Felurian. A mi juicio se ha extendido demasiado, es como una pausa en uno de los momentos más entretenidos del libro, cuando regresaban de la expedición para recuperar el dinero del maer.
Por lo demás, una vez que te reenganchas a la trama, tiene de todo: seres fantásticos, magia, rencillas entre estudiantes, amor y desamor…y es de justicia reconocer el mérito del autor al crear todo un mundo fantástico con un sinfín de personajes y criaturas míticas, con sus propias costumbres (moda, moneda, sistema educativo, diferentes estratos sociales). No es de extrañar que lo comparen con Tolkien.
Quedo a la espera de la publicación del fin de la trilogía, “Las puertas de piedra”, de la que sólo sabemos el título y que Rothfuss sigue trabajando en ella. Esperemos que tenga un buen final y que no decepcione.
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