Helga Weiss fue una de tantos prisioneros judíos que pasaron por un campo de exterminio nazi. Con diez años fue trasladada con su familia a Terezín, en Checoslovaquia. También pasó por Auschwitz y Mathausen.
Había comenzado a escribir su diario con ocho años, y una vez en Terezín siguió con su tarea. En él relata las duras experiencias por las que tuvo que pasar, el miedo, el hambre o las enfermedades, y acompaña su relato con una serie de dibujos. Todo ello ha sido reunido en este libro.
Es un relato duro, e impresiona la frialdad con la que una niña de tan corta edad refleja lo que vio y vivió durante su cautiverio. También su capacidad de resistencia. He aquí un ejemplo: “Con piojos y chinches se puede vivir, un poco de hambre es soportable. Sólo hay que evitar tomárselo muy en serio y llorar. Quieren destruirnos, pero no nos dejaremos”.
Helga sobrevivió, al no ser seleccionada para la cámara de gas. Al verla capacitada para trabajar, la enviaron a Mathausen, donde remachaba alas para los aviones alemanes. Aún vive, y hoy, a sus 84 años, vive en Praga y recuerda perfectamente todo lo que ocurrió.
Esta historia recuerda mucho a “La bibliotecaria de Auschwitz”, protagonizada por una niña que también pasó por el campo de Terezín, y que utilizaba los pocos libros que había allí (escondidos, como no), para evadirse, al igual que Helga dibujaba para poder escapar de aquel horror.
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