Por ello decidí leer “Mil soles espléndidos”, de nuevo una historia ambientada en Afganistán, el país natal del escritor, y que describe de forma desgarradora la realidad de sus últimas décadas, pero siempre dejando claro que, a pesar de todo, hay un hueco para la esperanza.
En esta ocasión, Hosseini se centra en el día a día de las mujeres en un país que no contempla ni sus derechos ni mucho menos su dignidad. Son ciudadanas de segunda, sometidas a la voluntad de los hombres, privadas de los derechos más elementales y amenazadas por duros castigos ante la más mínima falta.
Dos son las protagonistas. Mariam es la hija ilegítima de un comerciante, que la reconoce y la quiere, pero la mantiene apartada con su madre en un kolba (especie de chabola) a las afueras de Herat. Pero el día en que su madre se suicida, debe hacerse cargo de ella. Pero sus otras tres esposas no la quieren en casa, así que deciden casarla con Rashid, un hombre mucho mayor que ella.
Este hombre resulta ser una persona despiadada, que la maltrata, humilla e ignora. Mariam se resigna al destino que le ha tocado vivir. Por otro lado tenemos a Laila, vecina de Mariam, que pierde a sus padres en la guerra civil de Afganistán. Rashid la acoge en casa y la toma por esposa. A pesar de las desconfianzas iniciales, ambas mujeres se hacen amigas y hacen frente a este hombre que ha convertido su vida en un infierno.
No voy a dar más datos, pero os podéis imaginar lo duro que es el día a día de ambas mujeres en un país en el que sólo cuenta la palabra del hombre, que puede disponer incluso de sus vidas sin dar mayores explicaciones. Es un relato sobre amistad, superación personal, sobre la guerra y el gobierno talibán, y especialmente, sobre esperanza.
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