Sobre la causa
penal contra el que fuera uno de los padres de la Solución Final, Adolf
Eichmann, se ha escrito mucho. De hecho, cientos de periodistas siguieron el
juicio, y entre ellos, también estaba la filósofa Hanna Arendt.
Junto a ella se
encontraba un escritor en ciernes, Harry Mulisch, que con el tiempo llegó a
convertirse en uno de los autores más leídos de Holanda.
Las circunstancias
de Mulisch eran complejas: hijo de padre austríaco y madre judía holandesa (por
tanto, era medio judío para los nazis), se libró de ser deportado porque su
progenitor colaboró con los alemanes.
En los reportajes
que redactó sobre el juicio, y que son los que recoge “El juicio a Eichmann. Causa penal 40/61)” (Ariel), el autor se
complementa con Hanna Arendt, y se interesa no tanto por lo que hizo el
imputado, sino por sus motivos, su personalidad, intenta hacer un retrato de un
hombre en apariencia anodino, pero que ocultaba una crueldad innata en su
interior.
Harry Mulisch,
fallecido en 2010, cultivó todos los géneros, desde la ficción hasta el ensayo,
aunque sus mayores éxitos los consiguió con la novela. Suyos son títulos como “El atentado”, “El procedimiento” o “Dos
mujeres”.
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