Con este libro se cierra la serie del Caribe escrita por Sarah Lark, y que se inició con “La isla de las mil fuentes”. Me gustó tanto su anterior trilogía ambientada en Nueva Zelanda, que no me lo pensé dos veces al iniciar esta nueva historia. Pero debo reconocer que no me ha gustado tanto.
Quizás se deba a que ya he leído varios libros ambientados en las plantaciones de esclavos de las antiguas colonias, un contexto recurrente en las landscape novels, a las que me he aficionado. Por ello, hay cosas en la trama que ya había leído anteriormente.
En esta segunda parte, la historia se centra en Deirdre, la hija de Nora Fortnam, protagonista de la primera entrega. La joven se casa con un médico y se traslada de Jamaica a la isla de Española, concretamente a Saint-Domingue (actual Haití). Allí se desencadenarán una serie de acontecimientos que trastocarán su vida.
Lo más interesante de esta novela me ha parecido la parte relativa a las insurrecciones de los esclavos, y especialmente, el personaje de François Macandal, un revolucionario que lideraba a la gente de color para alcanzar la libertad. Este personaje, que realmente existió, fue el artífice de varios envenenamientos, y sembró el terror en las plantaciones de la colonia.
Finalmente fue apresado, y aquí es donde la historia da varias versiones: no se sabe a ciencia cierta si consiguió escapar, o si realmente fue ejecutado. La autora explica que se ha permitido varias licencias al respecto, puesto que hay poca documentación sobre el tema, y se ha centrado en lo que Macandal tenía de leyenda, ya que le consideraban el “Mesías negro”.
En resumen, el estilo de la autora sigue siendo ágil, y sus libros mantienen la combinación de amor, aventura, historia, acción y secretos del pasado, pero esta serie me ha resultado más aburrida y previsible que sus novelas ambientadas en Nueva Zelanda. Pero en fin, esto ocurre con todos los escritores; no siempre te gusta todo lo que escriben.
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