Patricio Sturlese nos traslada en el tiempo hasta el año 1597. En Génova, el inquisidor general de Liguria, Angelo de Grasso, interroga al brujo veneciano Eros Gianmaria. Busca una confesión a través de terribles tormentos, siguiendo un encargo del Papa Clemente VIII: debe rastrear la última copia del Necronomicón, el libro prohibido más buscado en tierras cristianas.
De Grasso es conocido por su crueldad con los herejes y su obediencia ciega al Santo Oficio de Roma, pero se verá enfrentado a un destino escabroso.
Así arranca “El inquisidor” (Suma de Letras), con la que el autor ofrece un buen relato histórico, en el que se suceden las conspiraciones y en el que refleja su pasión por los castillos medievales, el período de
La historia continúa con la aparición de la joven Raffaella, que da pie a un laberinto de misterios. En la búsqueda de ese libro prohibido y de una secta satánica, se embarcará hacia el nuevo mundo, y allí se topará con lo inesperado: librar una batalla contra la herejía y los enemigos de
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