“Los viajeros de la noche” (Tusquets) nos traslada al Nueva York de las postrimerías del siglo XIX, con un relato que combina historia, magia y religión. Helene Wecker se inicia como escritora con la historia de dos criaturas sobrenaturales en el Nueva York de 1899.
Chava es un golem, un ser hecho de arcilla al que dio vida
un extraño hombre familiarizado con la magia negra cabalística. Cuando su amo
muere durante la travesía transoceánica desde Europa, queda desorientada y a la
deriva mientras el barco sigue su curso hasta el puerto de Nueva York.
Por otro lado, Ahmad es un ser de fuego nacido en el
desierto de la antigua Siria. Atrapado en un viejo jarro de cobre por un
hechicero beduino varios siglos atrás, es liberado por accidente en el taller
de un hojalatero del Bajo Manhattan.
En su lucha por abrirse camino en ese lugar nuevo y extraño,
ambos procuran encajar con sus vecinos, todos ellos inmigrantes, encubriendo su
verdadera naturaleza. Al conocerse por casualidad, las dos criaturas inician
una improbable amistad que desafía sus naturalezas opuestas, hasta la noche en
que un horrible incidente las devuelve a sus respectivos universos. Sin
embargo, una potente amenaza les volverá
a reunir cuando esté en juego su existencia. Esto les obligará a tomar una
fatídica decisión.
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